En un rotativo de mi país, en su forma impresa, se publicó un interesante escrito titulado “Del enchule al amor.” En este artículo el autor Sebastián Ríos expone datos obtenidos a través de una encuesta donde participaron alrededor de 200 hombres y mujeres.

Publicado en el periódico Primera Hora el miércoles 11 de enero del 2017
El tema medular, dentro de lo que presenta el autor, son tres crisis que atraviesa toda relación y la eleva de ser un simple “enchule” (encaprichamiento, para aquellas ajenos al vocabulario) a un verdadero sentimiento de amor.
Tabla de Contenido
Tres crisis que atraviesa la relación
Estas tres crisis son: “surgimiento” de las imperfecciones en la otra persona, primeras peleas significativas y conocer a los padres. En la encuesta se encontró que estos tres sucesos se presentan a los seis meses de relación.

Hallazgos del estudio presentado en la publicación.
Al leer este artículo, aquellos que me conocen entenderán, me interesé en indagar más sobre el tema desde una perspectiva psicológica y, luego de auscultar la literatura, manó la presente redacción.
Si no es que todos, la gran mayoría de nosotros ha pasado por esa etapa de ‘enchule ciego’ donde los defectos de nuestra pareja son virtualmente inexistentes.
Pero, ¿cuántas de esas relaciones mágicas terminan en fracaso a los pocos meses de que todo parecía ir viento en popa, sin ninguna aparente razón?
4 etapas claves en relaciones de adolescentes
Brown, Connolly y Goldberg han propuesto modelos que explican la razón por la que esto ocurre. Estos modelos, aunque tienen diferencias entre sí, coinciden en cuatro etapas claves en las relaciones de adolescentes, que es donde más frecuente ocurre este fenómeno.
A continuación daré una breve explicación de cada etapa (a los interesados les invito a leer el documento completo en este tema):
- Iniciación – atracción física y deseo
La interacción es mínima y limitada a encuentros ocasionales y conversaciones telefónicas. Los objetivos principales son expandir el auto-concepto y ganar confianza en las habilidades personales en asuntos románticos. Esto ocasiona estar preocupado en cómo los demás nos evalúan y cuán aceptados somos en relación a nuestra conducta. - Afiliación – búsqueda de compañía
Las relaciones van tras la compañía de la otra persona. - Íntimamente romántica – relación estrecha
El vínculo es tal que se forma la pareja. Algunas de las características son un énfasis en la intimidad, sentimientos profundos correspondidos y actividades sexuales más ensanchadas. - Comprometida – relación a largo plazo
Aquí se presenta tanto la atracción física correspondida como deseo por la intimidad compartida y habilidad para mostrar conducta de afecto y cuidado hacia la otra persona. Estas son las relaciones profundas y son la versión adolescente de lo que en la adultez es un matrimonio.
Para contrastar lo que tenemos hasta el momento, se puede deducir que el cambio que experimenta una relación en el sexto mes es una transición de la etapa tres a la cuatro. La mención del factor “largo plazo” diferencia un ‘enchule’ de un sentimiento de compromiso verdadero, según esta teoría.
La teoría triangular del amor
Esto va acorde con la teoría triangular del amor donde el componente “compromiso” es el ideal para sobrellevar situaciones difíciles, como lo sería la transición de los seis meses.
De hecho, es este mismo modelo el que explica que el “encaprichamiento” no es otra cosa que sentir pasión con ausencia de intimidad (cercanía o conexión íntima) ni compromiso hacia la otra persona.

Triangulo del amor diseñado por Sternberg
Pero, en lo práctico, ¿qué se necesita entonces para trascender en una relación más allá de ese primer empujoncito que nos da el ‘enchule’?
En un estudio participaron 50 parejas que en promedio llevaban 22 años de casados. Al administrarles una encuesta individual sobre satisfacción marital se obtuvieron unos resultados fascinantes.
Los hallazgos indican que la satisfacción marital de estas parejas exitosas estaba relacionada con provenir de hogares cuyos padres no se separaron y con tener percepción positiva de la relación entre estos.
Es importante señalar que la satisfacción marital de las parejas estudiadas no estaba relacionada con la igualdad en el nivel de ingresos, ni con el nivel de estudios realizados, ni con la filiación religiosa, ni con el tipo de vínculo (civil o religioso).
Las parejas reportaron que los factores esenciales para establecer, mantener y fortalecer una buena vida en común es reconocer las implicaciones de la vida en pareja y construir un vínculo amoroso.
El segundo de estos factores quizá no es un hallazgo revolucionario. La construcción de un vínculo amoroso es lo que se espera, culturalmente, que se produzca en una relación de pareja. Pero el primer factor, las implicaciones de la vida de pareja, es algo que no se trabaja comúnmente en las relaciones.
El diccionario define la palabra “implica” como envolver, enredar a alguien en algo. Es decir, las implicaciones de la vida de pareja no es otra cosa que el involucrarse como ente de una relación dual. Es el ser y el tener una pareja.
En el proceso de ‘enchule’ o encaprichamiento estos conceptos no se discuten ni de forma remota. La ceguera del momento mágico no propicia el pensar en los retos que presenta el estar con esa otra persona, las necesidades de esa persona ni mucho menos las expectativas puestas en el otro.
Por supuesto, es posible que estos procesos no sean parte de las etapas más primitivas de la relación por su naturaleza abstracta, complejidad y poca relevancia en esos momentos. Pero es en el punto de no regreso, estimado a los seis meses de relación, en que si no se concretizan, aumentan las probabilidades de fracaso.
En otras palabras, no es malo vivir el enchule pero es importante lograr entender cuan involucrado estás con esa persona y cómo afecta a tu vida, y la vida de esa persona, la relación que mantienen.