En un estudio que se llevó a cabo en Puerto Rico se evidenció una disposición mejor en adolescentes que promedian los 15 años de edad para hablar sobre temas de sexualidad que sus padres/madres.
La sexualidad ha sido un tema tabú en la cultura puertorriqueña a lo largo de su historia. Ignorar temas “muy fuertes” o poco conservadores ha sido el pan de cada día. Intentamos aliviar la tensión producida por asuntos serios a través de la risa, la fiesta y el bullicio. Pero los problemas no desaparecen por más que los ignoremos.
Por ejemplo, los/as padres/madres en este estudio entienden que comparten suficiente información sobre temas de sexualidad con sus hijos/as pero reportaron grados de incomodidad al hablar sobre métodos específicos de prevención.
Mientras esto ocurre en las mentes de los/as padres/madres, nuestros adolescentes se mantienen en la delantera como el grupo con el nivel más alto de prevalencia para enfermedades de transmisión sexual.
La cosa no para aquí. ¿Sabía usted que de 876 adolescentes embarazadas, 155 atendían grados elementales? Para quien esté ajeno al entorno académico esto puede resultar como una sorpresa, pero sólo basta con escuchar anécdotas de un maestro o un conserje para entender cuán alarmante está la situación.
Nuestros niños/as y adolescentes se han adelantado a sus padres/madres y al sistema de educación. Dentro del currículo académico sólo tenemos una clase que toca temas de la sexualidad: salud, y lo que se discute en esta clase no cubre la demanda puesta por nuestros niños/as y adolescentes.
No podemos seguir tapando nuestros ojos y poniendo el grito en el cielo cada vez que se menciona un cambio en la forma en que educamos. Muchos/as padres/madres se amparan en que la educación sexual no le corresponde al Estado, sino a ellos. Sin embargo, los hallazgos de este estudio y nuestra realidad social muestran que ese método sencillamente no está funcionando.